Inauguración del Palacio Chrysler y su imponente pista

Un día como hoy, pero de 1928, la empresa Resta Hermanos inauguraba el Palacio Chrysler, una imponente construcción, en pleno Palermo Chico, caracterizada por su impactante pista de pruebas en la terraza.

A partir del año 1927, Resta Hermanos S.A., una sociedad de capital totalmente argentino y antigua representante de los automóviles Hupmobile, obtuvo de Chrysler Corporation la autorización para representar esta marca en Argentina. En el X Salón del Automóvil de diciembre de ese año presentó la línea de automóviles integrada por los modelos 52, 62, 72 y el Imperial 80.

El 1 de diciembre de 1928, Resta Hermanos inauguró un impactante edificio construido especialmente para exposición y ventas de vehículos Chrysler sobre la avenida Centenario 3351 (actual Figueroa Alcorta), en pleno barrio de Palermo Chico.

El que se conocería luego como “Palacio Chrysler” fue diseñado por el arquitecto Mario Palanti (diseñador del emblemático Palacio Barolo) y construido bajo la supervisión del ingeniero Federico Bence por la empresa constructora Garbarini, Meuer y Gorostiaga; se emplearon 27.600 bolsas de cincuenta kilos de cemento argentino San Martín, provistas por la Compañía Argentina de Cemento Portland.

El Estadio Olimpo

El edificio ocupaba una manzana completa, disponía de un amplio salón de exposiciones emplazado a lo largo de todo el frente. En la parte posterior se encontraban las oficinas administrativas y los talleres de montaje y fabricación de repuestos. En el piso superior se encontraban los talleres de retoque y terminación y depósito de unidades para su entrega. Sin embargo, lo que más llamaba la atención del edificio era su imponente pista de pruebas circular y peraltada construida sobre la terraza, la primera y única de su tipo en toda Sudamérica. La pista, denominada “Estadio Olimpo”, tenía como principal finalidad realizar las últimas pruebas a las unidades terminadas, pero también era utilizada como lugar de reuniones sociales y deportivas. Tenía una extensión de 1.730 metros y tribunas con capacidad para tres mil espectadores.

El texto forma parte del libro “Un siglo de autos argentinos. De los pioneros a la producción seriada”, de Gustavo Feder, publicado por Lenguaje claro Editora.

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