El Lutteral fue el primer fuera de serie derivado del Torino. La aparición del auto de IKA, en 1967, no sólo fue un hito en la industria automotriz argentina sino que también despertó en algunos constructores independientes del automovilismo deportivo argentino la inquietud de crear versiones fuera de serie de gran potencia y equipamiento exclusivo.
El Team Lutteral Competición, de la mano de Juan Carlos Lutteral, tomó la delantera en 1968 con el lanzamiento del sofisticado Comahue.
La actividad de Juan Carlos en el ámbito automotriz se había iniciado en 1956 cuando junto a su socio, Ellis Schulman, inauguró un concesionario oficial de Industrias Kaiser Argentina. Años más tarde, sumarían a la venta de la variada gama de vehículos IKA la construcción de carrocerías especiales para Gladiators y Jeeps.
A este vínculo estrecho con la fábrica cordobesa se debe la presencia de la imagen del Jeep en el logo que identifica a la compañía.
La irrupción comercial y deportiva del Torino en 1967 cambiaría por completo la actividad y orientación de la empresa.
Paralelamente a las funciones comerciales, se creó en 1967 el Team Lutteral Competición para participar con ese auto en las competencias de Turismo Carretera y Turismo Anexo J. El equipo de pilotos estaba integrado por Alberto Rodríguez Larreta (Larry), Eduardo Rodríguez Canedo y Benedicto “Chiche” Caldarella, mientras que Paulo Macagno era el responsable de los desarrollos mecánicos.
Eran épocas de grandes cambios en el TC y sus nuevos reglamentos mas flexibles permitieron modificaciones mas radicalizadas en el diseño y construcción de los autos.
Lutteral tomó como punto de partida un Torino 380 W al que le recortó el voladizo del guardabarros trasero, amplió su pasaruedas y le incorporó una novedosa luneta envolvente de una sola pieza de vidrio, configurando una aerodinámica cola con caída fastback.
Este auto debutó en 1967 y obtuvo su primera victoria de la mano de “Larry” en la Vuelta de San Nicolás de esa temporada.
El auto más veloz del país
El inquieto Juan Carlos pronto descubrió en el novel producto de Santa Isabel las amplias posibilidades de desarrollo que ofrecía explotando comercialmente sus cualidades deportivas mediante la construcción de series especiales con diseños más agresivos y un sofisticado equipamiento.
Este explosivo cocktail estaba destinado a una selecta clientela que no encontraba en la oferta de vehículos de serie una alternativa que satisficiera sus expectativas.
Las modificaciones y mejoras respecto al auto original fueron sus exclusivos colores, las llantas de aleación Cimetal, los deflectores a la altura de la cintura del auto, nuevos espejos retrovisores ubicados en ambos lados de la carrocería y la exclusiva cola fastback con la luneta dividida.
En mayo de 1968 se presentó oficialmente el Lutteral Comahue en el salón de Avenida Libertador 1736. El exclusivo deportivo derivaba del prototipo de competición con los ajustes y mejoras necesarios para adaptarlos a un auto de calle.
En relación a las modificaciones mecánicas, el cambio del árbol de levas, el trabajo en la tapa de cilindros, la incorporación del múltiple Macagno y el carburador Weber 2×45, permitieron aumentar la potencia en 25 hp.
Presentado como “el auto más veloz del país”, el Comahue ofrecía cuatro potencias de motor, tres relaciones de caja, tres demultiplicaciones del puente trasero, dos relaciones de dirección y tres anchos de llantas. Con estas combinaciones podía alcanzar una velocidad máxima de 215 km/h.
Estas variantes en la configuración mecánica sumadas a los opcionales como cubiertas radiales, radiador combinado agua/aceite de 4 filas, barra antivuelco, tapizado en cuero flor, alfombra de cuero vacuno, autoestero, mini bar y vidrios Solex, permitían a los compradores personalizar sus pedidos.
Para aumentar este carácter de exclusividad, Lutteral entregaba las unidades con una plaqueta incorporada en el tablero donde se grababa el nombre del propietario.
Otro detalle técnico para destacar era el exclusivo sistema “Aerolastique” de regulación neumática de la suspensión que permitía ajustar, desde un comando a botonera situado en la consola, diferentes alturas y durezas. Con estos ajustes, el auto se adaptaba mejor a las condiciones de transito tanto en el ámbito urbano como rural.
Por su parte, la suspensión delantera incorporaba una barra de estabilización entre las dos torretas, dotando al vehículo de mayor estabilidad.
Las versiones Lutteral
Originalmente, el Lutteral se ofrecía sólo en la versión GT. Este modelo fue el primer auto de producción nacional que incorporaba un sistema de inyección mecánico. Era una adaptación del equipo inglés Tecalemit Tor 6.
En 1970, se presentaron nuevas versiones en tres tipos de carrocerías distintas, que se distinguían por el remate de la parte posterior.
El modelo base de la línea era el 175 KB con la cola similar a la del Torino de serie. La versión 175 TT 175 KB presentaba una cola mas cuadrada con aristas bien marcadas realizada en plástico reforzado. Por último, el perfil más sofisticado y agresivo era el del GTA 175 KB que incorporaba la luneta fastback.
Según las versiones, las motorizaciones variaban desde 175 hp a 250 hp.
Nuevos opcionales se agregaban a los de la primera serie, entre ellos: aire acondicionado, antena eléctrica, llantas de 6”, techo corredizo, crique eléctrico, cinturones arnés, faros rebatibles y amplificador de potencia para radio y casette.
La gran novedad fue la aparición de la rural Safari, construida a partir de cascos de Torino cuatro puertas. La conversión implicaba la extensión el techo, el agregado de vidrios laterales, portaequipajes y el portón trasero.
Una despedida sofisticada
La última serie, denominada SST, apareció en 1977. Su desarrollo estuvo focalizado en la aplicación de la electrónica para el diseño y fabricación del original panel de instrumentos totalmente digital.
En el exterior se destacaban los nuevos paragolpes envolventes construidos en resina con banda de caucho central. La gráfica lateral fue remplazada por una moldura protectora de goma prolongando visualmente la extensión de los paragolpes.
En la trompa se presentaba una parrilla plástica que ocupaba todo el ancho. Detrás, se ocultaban los cuatro proyectores, que cuando se encendían activaban un mecanismo electro-neumático que rebatían los tapafaros.
En el interior se destacaban sus novedosos asientos anatómicos con apoyacabezas integrados (aplicados en el Torino a partir de 1979).
Hacia fines de la década del 70 el mercado de los autos deportivos de gran cilindrada comenzó a declinar notablemente. Por otra parte, la apertura importadora iniciada masivamente en 1979 puso en evidencia el retraso tecnológico, de diseño y equipamiento de la oferta local.
El suceso del último Comahue fue escaso y sólo se vendieron 43 unidades hasta el cese de producción en 1979. Atrás quedó una historia de casi un millar de ejemplares construidos desde 1968.
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