En un breve lapso de diez años, transcurridos entre el comienzo del siglo XIX y el estallido de la Primera Guerra Mundial, aparecieron las obras tempranas de quienes en un contexto claramente desfavorable hacia la actividad industrial, tomaron la iniciativa de construir autos en Argentina.
Claramente se aprecian las diferencias y semejanzas entre estos emprendedores, en especial, si se tiene en cuenta cuáles fueron las motivaciones de sus iniciativas.
En el primero de los casos, la construcción responde a un pedido de un particular, quien a diferencia de la mayoría de sus contemporáneos, asumió el riesgo de encargar la construcción local de un auto que bien podría haber importado.
En el segundo caso, la ejecución no tuvo una finalidad comercial, ni industrial, sino que se vincula a un desafío personal, donde a partir de un conocimiento técnico, teórico y práctico, se llegó a la concreción de un trabajo inédito.
El último de los casos refleja una intención totalmente distinta a los anteriores, constituyéndose en el primer intento de producción automotriz seriada, sentando las bases de una verdadera industria, aunque todavía en estado embrionario.
Los dos primeros constructores coincidían en su origen, eran inmigrantes como la mayoría de los obreros industriales, y a semejanza de muchos de ellos, desarrollaban actividades vinculadas a las artes y los oficios, en este caso el de mecánico.
En cambio, el último de los constructores, tenía un origen social y económico acomodado, que le permitió no sólo adquirir una sólida formación universitaria, sino también viajar al exterior para capacitarse y poder estar al día con las tendencias y avances tecnológicos en materia de producción automotriz.
El primer caso documentado de construcción de un auto en el país corresponde al del ingenioso mecánico español Celestino Salgado. Si bien es posible que en forma contemporánea haya habido otros intentos, entre fines del siglo XIX y principios del XX, este es el único que hasta ahora se ha podido verificar.
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Entre 1903 y 1907, Don Manuel Iglesias construyó un automóvil enteramente nacional. Con la ayuda de un torno mecánico, de fabricación propia, y herramientas de mano, realizó todas las piezas del vehículo, a excepción del magneto y la bujía. En la actualidad, su obra se exhibe en el Museo del Automóvil de Campana.
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En septiembre de 1910, el ingeniero Horacio Anasagasti daba su primer paso para la concreción de un ambicioso e inédito plan: la producción en serie de un auto en Argentina. Obstáculos de diversa índole conspiraron contra la continuidad de su obra pionera. Sin embargo, alrededor de 50 vehículos fabricados, dejaron testimonio del primer embrión de la industria automotriz argentina.
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