Esta tradicional industria rosarina nació en 1959, por la iniciativa de Alfredo y Lorenzo Decaroli, con el propósito de manufacturar carrocerías para ómnibus. Sin embargo, en 1965 fueron más allá del rubro carrocero y a través de un acuerdo con Deutz Cantábrica S.A. (DECA S.A.) se plantearon el desafío de construir en nuestro país las plataformas Deutz.
A y L. Decaroli S.A. se mantuvo como una empresa de conformación familiar hasta que su paquete accionario fue adquirido por el empresario Fernández, titular de Alenco S.A., lo que aconteció en 1988, impulsándose a partir de allí un giro de 180° en su estrategia comercial.
Desde 1965 y hasta 1984, la empresa produjo una gama de plataformas para transporte de media y larga distancia -siempre bajo licencia Deutz-, en un mercado que, a partir de 1978 -y con la presencia de Scania- se tornó cada vez más competitivo. Por otra parte, desde 1985, los productos comenzaron a identificarse con el apellido de sus fabricantes, tal vez por haber caducado la exclusividad para el uso de la marca alemana.
Del mismo modo, en esa época se fue evidenciando una progresiva disminución en la penetración lograda por estos productos durante las décadas del 60 y 70 en el mercado nacional. Es factible que dicha situación se haya debido al marcado nivel de obsolescencia tecnológica de las veteranas plataformas, así como a la de sus sistemas mecánicos. Sobre el ocaso, en 1987, podría destacarse únicamente la incorporación de la planta motriz Volvo turbodiésel en los citados productos.
Proyecto Arbus
El relanzamiento de la firma se dió luego de un exhaustivo proceso de reingeniería empresarial que concluyó con el “Proyecto Arbus”, el cual apuntaba mucho más lejos que al logro de nuevos productos.
Sobre el particular, en una entrevista efectuada en 1991 por El Transportista a Horacio Grudny, entonces presidente de A. y L. Decaroli S.A., éste señaló:
“…cuando en 1988 tomamos el control de la empresa había varios aspectos que exigían una inmediata solución. Para ello elaboramos un plan que nos permitiera accionar sobre tres frentes diferentes al mismo tiempo y al que denominamos como Proyecto Arbus.
Éste contemplaba una reorganización interna, tanto en recursos humanos como en las operaciones industriales y racionalización, dando un mayor énfasis a la ingeniería de producto. Otro punto era el de fortalecer las relaciones con todo tipo de proveedores, particularizando aquellas referidas al suministro de autopartes.
El tercero de los ítems principales estaba concentrado sobre la introducción de 100 mejoras o cambios en la línea de productos, incluyendo a las exigencias de los usuarios y privilegiando la incorporación de los últimos adelantos tecnológicos, no solamente en los chasis sino también en todas las actividades industriales, administrativas y técnicas».
El Proyecto Arbus comenzó con el lanzamiento del modelo Arbus 10 en 1989. Continuó con el benjamín de la familia, el Arbus 5 (en 1991), y, finalmente, en 1997 concluyó con la serie NG, compuesta por los modelos NG 3 y NG 4.
La tradicional industria de Ovidio Lagos al 4600 de Rosario bajó definitivamente sus persianas alrededor del año 2000, en medio de una de las crisis económicas más importantes que afectó al sector del transporte en nuestro país.
Por la opinión de algunos de sus propios clientes, los productos Arbus -más allá de ser una suma de componentes de fabricantes muy reconocidos- no alcanzaron el nivel de confiabilidad esperado por los transportistas argentinos, aunque el menor precio relativo los hacía apetecibles a la hora de la adquisición de nuevas unidades.
Fuentes consultadas
Este informe fue elaborado por el diseñador industrial Roberto Tomassiello (*) en 2005 y gentilmente facilitado a Autohistoria por nuestro colaborador Esteban de León, editor de Camión Argentino.
(*) El autor es diseñador industrial, graduado en la Universidad Nacional de Cuyo en 1985. Es también Magíster y especialista en docencia universitaria, especialista en ergonomía y diseño de carrocerías y consultor de empresas de transporte.
Se desempeña como profesor titular ordinario de la carrera de Diseño Industrial en la Universidad Nacional de Cuyo. Entre 1995-2008 lo ha sido también en la misma carrera de la Universidad Nacional de San Juan.
En el nivel de posgrado, ejerce como profesor de Ergonomía en la Universidad Tecnológica Nacional. Ha sido docente de maestrías y cursos actualización en la Universidad Nacional de San Juan. Es autor del libro: “Diseño: un puente entre Universidad e Industria”, publicado por EDIUNC en 2008.