En abril de 1957 la empresa argentina Panambí S.A.I.C. anunciaba la inminente fabricación en Puerto Madryn, Chubut, del motocupé Messerschmitt KR 200, un original triciclo cubierto con ciertas reminiscencias deportivas. El pequeño vehículo fue presentado comercialmente como motocabina, casi una traducción literal de “Kabinenroller”, tal la denominación que recibía en Alemania. A un precio de lanzamiento de $40.000 se esperaba una demanda masiva, en particular de parte de los habitantes de los grandes centros urbanos.
A diferencia de los vehículos similares de la época, el Messerschmitt KR 200 ofrecía un habitáculo para dos ocupantes con asientos dispuestos en tándem. Su carrocería no sobrepasaba los 2,82 metros de longitud.
Inspiración aeronáutica
En su diseño, el ingeniero Fritz Frend había aplicado toda su experiencia aeronáutica para concebir un vehículo estrecho (solo 1,22 metros de ancho), de mínima sección frontal y resistencia aerodinámica. Estaba construido a partir de un chasis tubular triangular sobre el cual se soldaba un piso de chapa y luego las paredes laterales y posteriores, obteniéndose una sólida estructura.
El asiento trasero estaba dimensionado para albergar un adulto y un niño. La superficie estaba dividida en dos partes de diferentes dimensiones y cada cojín podía plegarse hacia arriba individualmente. Con este movimiento se obtenía un espacio para equipaje, poniendo en evidencia también su aspecto utilitario ya que podía transportar una carga de 100 kilos.
Una vez en su interior, el conductor tenía a su alcance un completo panel de instrumentos integrado por: interruptor de luces con lámpara de control, control e interruptor de luces de señales, reloj, velocímetro, luz testigo de batería, luz de aviso de marcha atrás, llave de encendido y arranque y cebador. Además, era posible instalar un equipo de radio.
El KR 200 estaba equipado con un motor monocilíndrico Fichtel-Sachs de 190 cc y 10 cv, de dos tiempos. Funcionaba con una mezcla de nafta y aceite en una combinación de 25:1 y estaba dispuesto sobre el eje trasero. Con este elástico propulsor, enfriado por circulación forzada de aire, se podía conducir a una velocidad superior a los 85 km/h. El consumo promediaba los 3,2 litros cada 100 kilómetros. Con su tanque de combustible de 14 litros se podía alcanzar una autonomía cercana a los 440 kilómetros.
La suspensión en las ruedas delanteras presentaba un esquema independiente mediante bloques de goma asistidos por amortiguadores telescópicos. La única rueda trasera también adoptaba este sistema.
Además del KR 200, en nuestro país se produjo una versión convertible con techo rebatible de lona, denominada KR 201 Sport.
El mito de la cabina de avión
Cuando el Messerschmitt llegó al país circulaba el mito de que su cabina derivaba de la de uno de los aviones que usara la Luftwaffe durante la Segunda Guerra Mundial. Este mito se fundaba en el diseño de su cúpula de plexiglás que se articulaba sobre uno de los laterales para acceder al habitáculo. Este “casquete panorámico”, según sus fabricantes locales, conformaba el techo, parabrisas y ventanillas y aseguraba a los viajeros una total protección respecto a las inclemencias climáticas, al mismo tiempo que les ofrecía una perfecta visibilidad, gracias a la absoluta transparencia de la cabina. Para garantizar la aireación de la cabina, las ventanillas laterales eran corredizas.