El primer caso documentado de construcción de un auto en el país corresponde al del ingenioso mecánico español Celestino Salgado. Si bien es posible que en forma contemporánea haya habido otros intentos, entre fines del siglo XIX y principios del XX, este es el único que hasta ahora se ha podido verificar.
En 1901, Don Celestino armó en un taller de Buenos Aires un vehículo para cuatro pasajeros dotado de un motor a nafta de 6 hp con una autonomía de 12 horas a marcha regular. En su construcción, que demandó tres meses, fueron empleados componentes de origen europeo y nacional.
El primer auto argentino, encargado especialmente por Enrique Anchorena, recibió una amplia cobertura en los medios de prensa nacionales que incluían fotos y datos técnicos, donde se destacaron tanto el esfuerzo del constructor como las cualidades del vehículo.
En agosto de 1901 la popular revista Caras y Caretas publicó que era «elegante de forma, pintado de rojo y tapizado de marroquín color lacre».
Según el periodista Alberto Salotto, en una nota publicada en Automundo del 13-06-1966, el auto de Salgado participó de la primera carrera disputada en el Hipódromo de Belgrano (en la que se impuso el Rochester de Juan Cassoulet), pero lo hizo impulsado por una caldera de vapor.
De la obra de Don Celestino no quedan más registros que la nota publicada por la mencionada revista, ni tampoco se sabe del destino de esta realización pionera.