El colectivo de General Motors Argentina fue gestado en la segunda mitad de los años 50. En 1958, General Motors era una de las pocas automotrices con una filial en el país. La actividad de la compañía se limitaba a la importación y comercialización de vehículos desde sus plantas norteamericanas y europeas y, en menor medida, al montaje de unidades en sus plantas de Barracas y San Martín con el aporte de algunos pocos componentes provistos por la industria local.
En abril de ese año, John McIntyre, director gerente de GMA, aprobó los planes para proyectar una unidad automotriz completa con chasis y carrocería de diseño y producción nacional que tuviera en cuenta tanto las necesidades de las empresas de transporte como del público. El ejecutivo asumía que las plantas de la filial estaban en condiciones de fabricar carrocerías metálicas en gran escala y de poder entregar a los clientes unas 10 unidades por día.
Con esta convicción, McIntyre encargó al Departamento de Ingeniería el diseño del vehículo y además les solicitó que evaluaran las posibilidades de construirlo en las propias instalaciones de la compañía con los medios disponibles y en el plazo más corto posible. La responsabilidad del proyecto quedó en manos del ingeniero Raúl Capuano.
Durante abril se esbozaron las primeras líneas del futuro colectivo, se realizaron los planos y se contactaron proveedores. Definido el diseño, se construyó una maqueta en escala 1:10. A fines de mayo se tenía la estructura completa. Con el proyecto avanzado se convocó a grupos de colectiveros para que dieran su opinión sobre el trabajo realizado.
Presentación presidencial
La construcción del prototipo concluyó a comienzos de septiembre y de inmediato la unidad fue presentada al presidente de la Nación, Arturo Frondizi. En representación de GMA, participaron del encuentro oficial John McIntyre, el ingeniero Raúl Capuano y el Dr. Joseph L. Apodaca, director de Relaciones Publicas. Por entonces, aun faltaban unos pocos meses para que el mandatario promulgara el decreto 3693 de promoción del sector automotriz.
Semanas más tarde, el sábado 13 de octubre de 1958, el flamante prototipo fue presentado en la planta de General San Martín ante autoridades de entidades de transporte, empresarios, propietarios de líneas de colectivos y fabricantes de carrocerías y accesorios. Participaron del encuentro unas 400 personas que fueron agasajadas con un tradicional asado criollo.
En la reunión, McIntyre se comprometió a impulsar una solución al crítico problema del transporte público de pasajeros y al mismo contribuir al ahorro de divisas con la producción local de la mayor cantidad de componentes.
“No hay porque tener largas colas en todas las paradas de colectivos, no hay porque gastar tantas divisas para importar ómnibus y colectivos, cuando una importante proporción del valor puede representar la industria nacional, ni hay razón alguna que justifique tener colectivos anticuados, incómodos e inseguros, cuando todo esto se puede remediar dentro de los medios disponibles”, señaló entonces el ejecutivo.
Los profesionales del transportaron expresaron su entusiasmo por el proyecto y lo consideraron apropiado para el transporte en las condiciones locales.
77 % argentino
El colectivo de General Motors tomó como punto de partida un chasis Bedford impulsado por un motor diésel, de muy buena aceptación en el gremio, en especial por las empresas de transporte que prestaban servicio en la zona de la Capital y el suburbano bonaerense.
Este chasis se montaba en el país a partir de componentes importados que llegaban totalmente desarmados a los que se sumaban algunos elementos provistos por la industria nacional. En total, el aporte de la producción local impactaba en el 77 % del valor del vehículo.
La carrocería, enteramente metálica, disponía de una estructura de perfiles de chapa estampados y soldados. El piso se conformaba con chapa de madera terciada de 20 mm de espesor, recubierto de chapa de aluminio, con planchuelas de desgaste antideslizantes.
El parabrisas, envolvente y panorámico, estaba fabricado con cristal de seguridad. El mismo material, pero con terminación antisol, se aplicó en las ventanillas. Estaban distribuidas de modo de ofrecer control individual.
Los asientos fueron dispuestos en dos filas: una de simples y otra de dobles. En la parte posterior se ubicaba un asiento único con capacidad para cinco pasajeros. En todos los casos, la estructura era de tipo tubular con suspensión a resortes de tipo zigzag. El tapizado era de material plástico.
El revestimiento del techo fue realizado en material plástico inalterable, mientras que en los paneles laterales se aplicaron chapas de aluminio anodizado. La ventanilla trasera forma parte de la salida de emergencia.
No hay datos que confirmen si este colectivo de General Motors logró fabricarse en serie. En marzo de 1959, poco después de la presentación de esta unidad, se sancionó el régimen de promoción de la industria automotriz. El gigante norteamericano respondió de inmediato y a partir de 1960 comenzó a fabricar localmente el chasis para colectivo Bedford J6LZ1 que ocupó el lugar del prototipo.
Fuentes consultadas:
Reflejos G.M.A., noviembre de 1958. Publicación interna de General Motors Argentina. Agradecemos a Alejandro Toth por el aporte de este material.
Motor ediciones nº nº270/271.