En 1951 Eladio Bolado, un industrial de General Alvear, Mendoza, construyó un auto de características deportivas de diseño propio al que denominó Nueva Argentina. Si bien la intención no era la producción seriada, el auto resultó una interesante muestra de ingenio y habilidad, propia de emprendedores entusiasmados por la nueva fase industrial que nacía en el país en aquellos años.
El Nueva Argentina estaba equipado con un motor Mercury AB 59 de ocho cilindros, cuatro litros de cilindrada y 100 hp de potencia, ubicado en la parte delantera. Contaba con carburador de doble boca y válvulas laterales.
La transmisión era trasera, con caja de tres velocidades. Los frenos eran hidráulicos a tambor en las cuatro ruedas equipadas con neumáticos de 5,70 x 16″. El esquema adoptado para la suspensión era propio de esos años, eje rígido tanto atrás como adelante, elásticos y amortiguadores.
Una vez terminados los trabajos, y luego de ser exhibido en distintas localidades de Mendoza, la gobernación le entregó la patente en honor al mérito y le permitió el libre tránsito por toda la provincia.
En agosto de 1951, Bolado recorrió con el Nueva Argentina, y en compañía del gobernador de Mendoza, los 880 kilómetros que lo separaban de la Casa Rosada, donde fueron recibidos por Juan Domingo Perón.
El entonces presidente probó el auto en la misma casa de gobierno y felicitó a su constructor. A continuación, le consultó si necesitaba un crédito para comenzar a fabricar el vehículo en forma seriada. Don Eladio le respondió que sí, pero no era su intención fabricar automóviles, sino unas máquinas diseñadas por él para la fumigación de los viñedos.
Un solo llamado del mandatario de entonces alcanzó para que Bolado retornara a Cuyo con créditos del Banco Nación y el Banco de Mendoza, destinados a construir una pequeña fábrica de fumigadoras.
Diseño original
Bolado diseñó una carrocería de tipo convertible con líneas que recordaban a los modelos Ford norteamericanos de segunda posguerra.
El frontal tenía una parrilla amplia con gruesas barras horizontales y verticales cromadas. Incluía en su parte inferior originales faros auxiliares y baguetas decorativas que envolvían los extremos de la trompa y el inicio del guardabarros delantero hasta el pasaruedas. En la parte superior otra ornamentación acompañaba en todo su ancho la trompa, descendiendo hacia los laterales para copiar la curva inferior de los faros.
Los cromados se extendían por distintos sectores de la carrocería. Una bagueta decorativa recorría el lateral del auto desde la manija de la puerta hasta la terminación del guardabarros delantero.
Una mención especial merece el diseño del voluminoso guardabarros trasero, que ensanchaba la parte posterior del auto y formaba una armónica curva ascendente en su parte superior que daba origen a las típicas aletas donde se alojaban los proyectores traseros.
Un agresivo y prominente capó avanzaba en punta hacia el frontal y su base era totalmente recorrida por una bagueta cromada. En su morro yacía la infaltable ornamentación de tipo “car budges” y sobre su parte frontal apoyaba el emblema que orgullosamente lucía en gruesa tipografía “Nueva Argentina”, con un fondo de bandera argentina y un sol naciente. Por debajo y completando el cuadro aparecía el escudo nacional.
La carrocería estaba montada sobre un bastidor de largueros reforzado con travesaños. Con 4,70 metros de largo; 1,85 m de ancho y una distancia entre ejes de 2,70 m, podía transportar cómodamente seis pasajeros en sus amplios asientos enterizos. El conjunto pesaba 1100 kilos.
El equipamiento era completo. Contaba con radio y equipo de calefacción. En el centro del tablero se encontraba la rejilla de salida de aire flanqueda por dos cuadrantes redondos; el izquierdo para el velocímetro y el derecho con los indicadores de nivel de combustible y temperatura. En el extremo izquierdo un reloj de mayor diámetro completaba el equipamiento.
El tablero estaba forrado en cuero e incluía, además, guantera con llave. El volante, de dos rayos horizontales, estaba totalmente tapizado con un tono que armonizaba con los paneles de puerta y los asientos.
Don Eladio no se limitó al dibujo de la carrocería, sino que también proyectó un ingenioso sistema de admisión con un múltiple de 2 carburadores que lograba una alimentación más pareja y eficiente de los cilindros, al mismo tiempo que aumentaba la potencia y reducía el consumo. Muchos de estos múltiples fueron utilizados en competición.
Rencuentro y restauración
El Nueva Argentina fue vendido y durante muchos años nada se supo de su paradero. Décadas más tarde, Nelly, la hija de Eladio Bolado, se enteró de su existencia durante un viaje por el sur del país. Luego de rastrearlo, pudo encontrarlo y comprarlo para llevarlo de vuelta a Mendoza.
Tiempo después, el coche fue enviado a Buenos Aires para ser restaurado en el taller de Sergio López, en Ituzaingó. La restauración se hizo bajo la estricta supervisión de Nelly quien, gracias a su memoria y documentación de época, garantizó el exitoso trabajo que nos permite ver rodar nuevamente esta excelente muestra de la capacidad y creatividad argentinas.
El material de esta nota fue aportado por el recordado historiador José Luis Murgo, editor de www.cocheargentino.com.ar. Nuestro recuerdo y gratitud hacia él.