Mientras Heriberto Pronello formaba parte del equipo Huayra-Ford para Sport Prototipos, construyó un chasis y una carrocería destinados a remplazar algunas de las unidades de competición averiadas.
Sin embargo, estos elementos no entraron en competencia y una vez que el ingeniero de Villa María abandonó las carreras quedaron arrumbados en su depósito.
Poco tiempo después se presentó Osvaldo Buzzurro con la intención de comprar una Liebre III para construir un vehículo fuera de calle. Esta fue la oportunidad para rescatar a esas piezas y darle un uso diferente al original.
Pero para poder adaptarlas al uso urbano y rutero era necesario efectuarle una serie de modificaciones tanto en la carrocería como en la estructura.
Además, por razones funcionales y estéticas, se decidió dejar de lado el propulsor Ford F-100 y remplazarlo por el del Falcon o uno de origen Chevrolet. Buzzurro tenía la posibilidad de comprar un motor de esa marca y finalmente fue la opción elegida.
Definido el motor, se comenzó a trabajar para dotarlo de mayores performances. Entre las mejoras se incluyó un árbol de levas con más cruce, se le cepilló un mm la tapa de cilindros y se le agregó un carburador Weber horizontal de 40/40. Todo este trabajo estuvo a cargo de Ricardo Esturro.
El Pronello Huayra Stradale fue equipado con una caja ZF, diferencial autoblocante, frenos a disco en las cuatro ruedas, neumáticos con banda de rodamiento de 11” y un completo instrumental para el cockpit de origen Jaeger.
Después de un año de trabajo, el auto quedó finalizado. El resultado fue un agresivo spider de solo 99 cm de alto.
Fuente: revista Corsa nº 342