Scania y Tucumán llevan una estrecha relación de casi medio siglo. A mediados de la década de 1960, la automotriz sueca inició las gestiones para instalarse industrialmente en el país como parte de un plan de promoción para el sector de camiones de más de 8 toneladas.
El complejo proceso de radicación de Scania en Argentina derivó en la construcción de una planta industrial en el departamento Cruz Alta de donde se produjo, en diciembre de 1976, el primer L 111 nacional.
Pero dos décadas antes de este hito histórico, llegaron al país las primeras unidades Scania-Vabis desde la planta sueca de Södertälje. Se trataba de los modelos L 51, L 75 y L 76 importados directamente por el concesionario Javier Vázquez Iglesias, de larga relación con la marca. Además de los camiones, arribaron los chasis para ómnibus B 75 y B 76 que eran carrozados localmente.
En el verano de 2016 disfruté de unas agradables vacaciones por el NOA. El tour incluía un par de días en San Miguel de Tucumán. Como parte de la recorrida urbana por la capital provincial, hicimos una breve visita al Parque 9 de Julio, un predio de 100 ha diseñado por el célebre paisajista francés, Charles Thays. Es el espacio verde más grande de la ciudad.
Las visitas a los parques suelen aburrirme sobremanera, pero inevitablemente forman parte del ritual de cualquier tour. El ojo, siempre adiestrado, está atento a cualquier imprevista aparición que rompa con el guión. Y entre jardines, plantas, y un pintoresco reloj de flores naturales, apareció su inconfundible silueta: un Scania L 75.
El viaje a Tucumán ya estaba justificado. Y aunque no era factible la visita a la planta industrial, el sorpresivo encuentro con un ícono de la marca me reconfortó. La unidad en cuestión presentaba claros signos de abandono, aunque siempre puede ser peor. Todavía conservaba sus neumáticos, la mayoría de los paneles de la carrocería y la caja de carga. Previsiblemente, su interior fue completamente desvalijado, lo mismo que la planta motriz.
Según atestiguaba la placa de identificación, aún visible, se trataba de un modelo L 75 50 DR 150 fabricado en la mencionada planta de Södertälje.
No pude averiguar si fue dejado allí porque simplemente no encontraron otro lugar donde hacerlo o si formaba parte de algún futuro monumento a la llegada de la automotriz sueca al norte de nuestro país.
El L 75 lucía triste a pocos metros de la Casa del Obispo Colombres, el religioso que diera nombre a la ciudad donde se fabricaron los Scania argentinos.
Gustavo Feder, editor de Autohistoria.
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