Andino GT

Andino GT

El Andino GT fue el proyecto más logrado y ambicioso del diseñador platense Luis Varela.

Este gran turismo comenzó a gestarse a mediados de 1966. Gracias a los contactos que tenía su padre (jefe de Relaciones Públicas de Industria Automotriz Santa Fe), Varela consiguió una entrevista con los directivos de prensa de IKARenault, quienes le facilitaron una completa documentación técnica del Renault Gordini.

Luego de analizarla detenidamente, el diseñador quedó fascinado por la concepción técnica de su sencilla mecánica, fácilmente adaptable a un auto de competición.

Así comenzó a diseñar un auto, inspirado en el Alfa Romeo Canguro de Bertone, pero adaptado a los 2,27 metros de distancia entre ejes del Gordini y con prestaciones más modestas.

Asesorado por Tulio Crespi, Varela logró posicionar el motor en el centro alcanzando una distribución ideal de peso, como si fuese un coche de fórmula. Toda la mecánica era de serie y sólo fue necesario inclinar un poco la barra de dirección para bajar la altura de la columna.

Paralelamente, se diseñó un chasis totalmente novedoso para la época con un caño central de sección rectangular y una serie de traviesas internas para darle consistencia.

Para visualizar el diseño, se construyó una maqueta en escala 1:10 en cerámica, con las ruedas torneadas en madera, que fue terminada en mayo de 1966.

La construcción del prototipo

Con toda la documentación técnica y la maqueta, Luis Varela presentó el proyecto en IKA-Renault, donde lo atendió nada menos que James McCloud, presidente de la empresa. El ejecutivo lo felicitó por la iniciativa, pero no le brindó el apoyo oficial que esperaba.

Sin embargo, quien sí se interesó por el proyecto fue Roberto Lui, presidente de la Asociación de Carreras de Concesionarios de IKA-Renault (ACCIKA), quien le ofreció su agencia de la ciudad de Nueve de Julio y su equipo de trabajo para llevar adelante el proyecto.

De esta manera, en noviembre de 1967, se inició la construcción de la carrocería del primer prototipo bajo responsabilidad de Lito Sist, chapista con experiencia en cupecitas, que dominaba la técnica para soldar aluminio.

Sobre un armazón de alambre del seis, construido a partir de planos en escala real con todo la forma del auto, se obtuvieron los desarrollos de las piezas en aluminio y cartón.

Construcción del prototipo en la agencia de Nueve de Julio de Roberto Lui (derecha). En el centro el chapista Lito Sist y a la izquierda, Luis Varela.

La construcción del chasis fue encargada a Spina Hermanos, una fábrica de maquinaria agrícola de la zona. Esta empresa contaba con soldadora de punto, una tecnología muy nueva en ese momento.

La realización del prototipo demandó en total nueve meses. El habitáculo se construyó en chapa y la cola y trompa en aluminio. La idea era fabricarlo posteriormente todo en plástico.

El Andino medía 96 centímetros de altura y pesaba 675 kilos. Para asegurar el acceso al habitáculo, se dispusieron puertas envolventes que avanzaban sobre el techo. El parabrisas, construido en cristal templado por Favicur, era muy panorámico y tenía una inclinación de 62º.

El nombre Andino

El nombre del auto fue propuesto por Rosita, la mujer de Lui, quien sugirió que si el Alpine derivaba de los Alpes, se lo podría nombrar refiriéndose a los Andes. La idea gustó y así nació Andino.

El Andino iba a formar parte de una nueva categoría de automovilismo, Gran Turismo Argentino (GTA), donde estarían también las Tulietas de Crespi. Ese proyecto no se concretó, pero la construcción del auto de Varela siguió adelante y el 25 de agosto de 1968 salió a rodar por primera vez en el autódromo de Nueve de Julio.

Presentación oficial y producción

El 20 de enero de 1970 se hizo la presentación oficial en la agencia Donati de Avenida del Libertador y Rodríguez Peña con la presencia de todos los medios argentinos especializados.

Estuvo presente Juan Manuel Fangio, quien se entusiasmó muchísimo con el proyecto, y toda la plana mayor de IKA-Renault encabezada por su presidente, el francés Yvon Lavaud.

De los dos primeros autos presentados, el primero estaba construido con el habitáculo en chapa de acero y el resto en aluminio. El segundo tenía el habitáculo en acero y la trompa y cola en plástico.

Varela GT
Juan Manuel Fangio y Varela el día de la presentación del Andino GT.

Para la producción seriada de las carrocerías se contrató a Cepeda, un proveedor de Bolívar. Sin embargo, no tenía la experiencia suficiente, las matrices eran muy primitivas.

En realidad, el Andino no había sido pensado ni para la producción seriada, ni para construirlo en plástico reforzado. El montaje final se realizaba en Nueve de Julio, donde llegaron a construirse con muchas dificultades y lentitud un total de 12 autos.

La mecánica traía un toque deportivo que le había hecho Berta con un kit especial que incorporaba un árbol con otro cruce y escape sintonizado.

El Andino base costaba lo mismo que una cupé Torino 380 y el potenciado lo que una 380W. El fabricante, Roberto Lui, consiguió la garantía oficial de IKA-Renault luego de que el primer prototipo fuera intensamente testado por los ingenieros de fábrica y se le hicieran los ajustes sugeridos.

Andino en kit para armar

A pesar de toda la repercusión mediática, el Andino comercialmente no funcionó y sólo se vendieron 12 unidades en los primeros tres años. La construcción de cada auto demandaba entre seis y siete meses, los costos de producción eran altísimos y los números no cerraban. La alternativa era producirlo en forma de kit y no armarlo completo.

En 1973 Lui sufrió un serio accidente automovilístico y abandonó el proyecto, pero le propuso a Varela que siguiera adelante. De esta manera se inició la comercialización de los kits con algunos cambios en el diseño, a través de Osvaldo Holzstein, dueño de un local de ventas Buggy Center en pleno San Isidro.

La producción se mantuvo hasta 1981/82, cuando la apertura de la importación les hacía imposible competir con los productos extranjeros.

Varela, que para ese entonces se había hecho cargo de toda la producción y comercialización, se vio obligado a abandonar definitivamente el proyecto dejando como rica herencia cerca de un centenar de Andinos.