El 14 de marzo se disputó en Castelli la primera fecha de la temporada 2021 de las agrupaciones Asociación Corredores Turismo Standard Histórico, Asociación Cupecitas del Turismo Carretera y Amigos del Turismo Carretera Histórico. Allí estuvimos.
Por Gustavo Feder, editor de Autohistoria
La propuesta de mi amigo Roberto Landler me llegó en los primeros días de marzo: “el 14 corre el Standard Histórico en Castelli, ¿venís?” Mi respuesta fue instantánea: “por supuesto”. Agendé la fecha y esperé con paciencia que llegara ese domingo. Sería la segunda vez que cubriría una carrera de la Asociación Corredores Turismo Standard Histórico (ACTSH) y la primera en un circuito de tierra.
Esta fecha tenía la particularidad de que se realizaba en forma conjunta con otras dos agrupaciones de automovilismo tradicional: la Asociación Cupecitas del Turismo Carretera (ACdelTC) y Amigos del Turismo Carretera Histórico.
El circuito de Castelli es un trazado de 28 kilómetros perfectamente cuidado y mantenido por la Dirección de Obras Públicas del municipio. Está emplazado en las cercanías de la laguna y el Polideportivo. “El asfalto blanco” presenta una superficie apta para los estándar históricos, inclusive para correr con las suspensiones de pista. De hecho, la ACTSH definió en ese escenario el campeonato de 2017, cuando el Mini Morris 1000 del binomio Roberto Maldonado – Jorge Lupani se impuso sobre el Peugeot 404 de la dupla Albano-Vasena.
La fecha abría el calendario de las tres categorías y contaba con la autorización de la Comisión Provincial de Automovilismo y Motociclismo Deportivo (COPAM), autoridad deportiva de aplicación, la municipalidad de Castelli y la Federación Regional de Automovilismo Deportivo Mar y Sierras, cuyo comisario deportivo fiscalizaría “in situ” la seguridad del circuito y la de los automóviles participantes.
El programa estableció dos carreras de tres vueltas totalizando 84 kilómetros de recorrido con la modalidad de promedio impuesto con 4 controles secretos por vuelta. Originalmente, se había previsto un tramo de superprime, luego de cada competencia, pero por razones de seguridad fue cancelado.
Rumbo a Castelli
La jornada arrancó muy temprano. A las 5 AM nos encontramos en Caballito con Hugo Santos, nuestro chofer y gran colaborador de la categoría. Partimos poco después a bordo de su VW Suran y alrededor de las ocho ya estábamos en el parque cerrado. A escasos metros de la laguna, pilotos y preparadores daban los últimos aprestos a sus máquinas. Perfume de nafta y aceite, ruido a motores nerviosos y ajustes de último momento condimentaban el tradicional folklore previo a la largada.
Las máquinas fueron agrupadas por categoría, con notable mayoría de las cupecitas de la ACdelTC. Cabe destacar el prolijo armado y preparación de cada vehículo. Algunos con diseño evocativo de época y otros con originales soluciones estilísticas. Entre los compactos del TC, hubo preponderancia de Falcon, con réplica del angostado y del que usara el recordado “Pirin” Gradassi en los primeros 70, incluidos. Un inmaculado Fairlane, campeón de la temporada 2019, y un Torino con los colores de OCA completaban la representación.
El parque de la ACTSH estuvo acotado a seis ejemplares. El cuasi monopolio de los Peugeot 404 fue desafiado por el Ford Escort nº4, una verdadera rareza por estos lares. Se extrañó la presencia de los Fiat (1500 berlinas y cupés, Fiat 125 berlinas y sport), clásicos rivales de los leones.
Poco antes de la largada de la primera carrera, nos subimos a la Suran para hacer la vuelta previa de reconocimiento del circuito y encontrar dónde apostarnos para retratar a los autos. Buscábamos una curva o un empalme en T que minimice los riesgos pero que a su vez permita captar el paso de las maquinas en todo su esplendor. Encontramos dos locaciones, una para cada carrera.
Como en los viejos tiempos
Para quienes no hemos vivido el TC en ruta de los años 60 y 70, las dos competencias resultaron una pasaporte en el tiempo para disfrutar del paso de las máquinas a fondo, sin tregua y levantando polvareda. Cada toma registrada por la cámara resultaba una postal del automovilismo argentino de esas décadas, si de compactos se trataba, o bien podíamos remontarnos hasta los lejanos 40 con las pintorescas cupecitas.
Mucha agua, gorro, protector solar y Off para espantar a los tábanos formaron parte del equipo esencial para esperar el momento justo. Una distante nube de polvo era el primer aviso. Al grito de “ahí viene” posábamos el dedo sobre el obturador para registrar, en vertiginosa ráfaga, el paso de cada competidor.
El folclore “teceista” se completaba con las familias de los pilotos protegidas del sol en gazebos apostados en la curva y esperando al auto que representaba a su pueblo o ciudad.
Los competidores pasaban con un minuto de diferencia, tiempo necesario para disipar la polvareda. El espectáculo fue divertido y sano. No hubo, por suerte, casi incidentes salvo la rotura de algunas ruedas y un cárter por una piedra imprudentemente “olvidada” en el trazado.
La jornada tuvo de todo. Solo faltó el asado de camaradería, remplazado (por razones de seguridad sanitaria) por una abundante y variada rueda de empanadas disfrutadas a prudente distancia.
¿Y la carrera? Uh, casi lo olvidaba.
La primera competencia de la ACTSH quedó en manos del Ford Escort nº4 de H. D` Angelo y la segunda se la llevó el Peugeot 404 nº17 de Gabriel Gutesman.
En las categorías de TC histórico, la primera carrera quedó en manos del Ford Falcon nº5 de M. Carril – S. Raies, mientras que en la segunda se impuso la cupecita Chevrolet nº3 de Hugo Sánchez – R. Della Paolera.
Máquinas coloridas, camaradería de pilotos, sana competencia, vértigo y polvareda. La esencia intacta del automovilismo argentino histórico.
Ver más fotos:
https://www.facebook.com/autohistoria.web/posts/4218046838228099
https://www.facebook.com/autohistoria.web/posts/4217962344903215
https://www.facebook.com/autohistoria.web/posts/4217929698239813
Impresionante. Aplausos totales
Muchas gracias Adolfo!
Cordial saludo