Por Gustavo Feder, editor de Autohistoria
En el invierno de 2017, Honda Argentina me ofreció la posibilidad de probar un Civic Turbo, la novedad más importante que la automotriz japonesa había presentado en el Salón del Automóvil de ese año. El momento no pudo resultar más oportuno y me permitió programar unas mini vacaciones en la costa atlántica.
Desde mi lejana infancia mantenía el deseo de recorrer nuevamente todos los balnearios del partido de La Costa, desde Mar de Ajó a San Clemente, ingresando en cada uno de ellos.
Durante el primer tramo atravesé el conglomerado urbano que se sucede sin solución de continuidad entre Mar de Ajó, San Bernardo, Costa Azul y La Lucila. Precisamente, en esta última localidad, y cuando avanzaba por la calle San Juan a la altura de Entre Ríos, el avistaje de una silueta muy conocida me obligó a frenar repentinamente. Estacioné el Honda donde pude y bajé raudamente, cámara en mano, a registrar la escena del crimen.
Se trataba de un Lutteral Comahue abandonado a su suerte. El ejemplar en cuestión correspondía a la versión TT 175-KB, caracterizada por la particular terminación rectilínea del guardabarros trasero y la tapa del baúl más alta y plana. A pesar del deterioro general, conservaba la pintura original de color Azul Patricio con la decoración de las bandas laterales negras de trazos discontinuos.
Así y todo, no parecía del todo abandonado. Aun lucía intactas sus placas patentes alfanuméricas, tanto adelante como atrás. El implacable salitre ya se había pasado por las armas a buena parte de los paneles de la carrocería, como el guardabarros trasero, el parante C y la base de la luneta. Las partes en PRFV aportaban la necesaria dosis de estoicismo, pero el agrietamiento de la pintura y algunos quiebres daban cuenta de una cruel y despareja batalla a la intemperie.
El Lutteral estaba parcialmente subido a la vereda, conservaba sus cuatro cubiertas, las insignias delanteras y traseras. Toda la superficie acristalada estaba intacta. Las luces traseras estaban en su lugar, enteras pero decoloradas.
Mientras registraba algunas de las imágenes que ilustran esta crónica, desfilaban por mi mente escenas de esplendor protagonizadas junto a empresarios de acaudalada billetera, exitosos deportistas y glamorosas mujeres.
Literalmente, partía el alma encontrar en ese estado a uno de los autos fuera de serie más potentes y sofisticados que se construyeron en Argentina en los 70. El dolor de ya no ser no tenía consuelo. Apagué la cámara y subí al Civic.
No volví a pasar por el lugar, pero algunos amigos me comentaron que el Comahue TT fue rescatado y ya estaría en pleno proceso de restauración. Que así sea.
Nota relacionada
Historia de Lutteral. Ver nota aquí.
Aplausos totales a los que están haciendo la restauración de este auto mítico de la saga del Torino.