Posiblemente muchos argentinos ignoren que en nuestro país, y durante su etapa republicana, tuvimos un rey y un castillo donde ejerció su poder.
Delirante y breve, esta historia se remonta hacia mediados de los años 40 y a la ciudad de Chascomús, cuando un grupo de amigos tomó la iniciativa de crear el Reino de la Amistad. Manuel I, Rey de Copas, asumió la máxima jerarquía y nombró a un grupo de colaboradores, entre ellos un ministro de Autos y Carruajes. Uno de los integrantes de la Corte diseñó y construyó un castillo donde se cultivó el poder de la amistad.
Construido a metros de la laguna, el edificio fue sede de la experiencia que se extendió por un par de décadas. Hoy, convertido en ruinas, el deseo de celebrar la amistad quedó tan desmoronado como su propia estructura. A pesar del abandono, el castillo sigue siendo uno de los atractivos turísticos de la ciudad. Y aunque se han realizado algunos intentos por recuperarlo y retomar la tradición, poco se ha podido avanzar.
En la actualidad, Mateo Salinas, un artista plástico local, está haciendo un esfuerzo por restaurarlo. En sus alrededores funciona su escuela de arte. A pocos metros del castillo nos sorprendió su muestra de esculturas metálicas con temática automotriz. La mayoría son recreaciones de motociclistas en plenas proezas conductivas, realizadas con partes de motos y otros elementos mecánicos. También hay recreaciones de animales con la misma técnica.
El entorno está acompañado de restos de vehículos reinterpretados artísticamente, entre ellos, una cabina de camión Bedford bordeada de neumáticos y acompañado de la leyenda “La Amistad”, en clara referencia al mítico castillo. A unos metros descansan partes de carrocería y chasis de un auto de los años 30 (no pudimos identificarlo) y un poco más atrás completa la escena un Taunus GXL, entero pero abandonado a su suerte.
Un rey, un castillo y arte automotriz. Unidos por la amistad.