El FIVA fue una propuesta nacional orientada a la movilidad urbana con bajo costo operativo y de mantenimiento desarrollada a fines de los años 50.
Incentivados por el auge del mercado automotor de fines de los años 50, algunos industriales locales intentaron dar respuesta al segmento de micro automóviles con proyectos de concepción y desarrollo propios.
Una alternativa a esta coyuntura fue la propuesta presentada a comienzos de 1959 por la Fábrica Integral de Vehículos Argentinos (FIVA). La firma pertenecía a los hermanos Donzino. La producción se realizaba en un taller propiedad de José Donzino, ubicado en la calle Juramento 1230 del barrio porteño de Belgrano. La distribución y ventas de estos cochecitos quedó a cargo de Onofre Marimón y Compañía, empresa que tenía su local de ventas sobre la avenida Córdoba 753 de Buenos Aires.
El automóvil, desarrollado a lo largo de 1958, fue concebido para satisfacer la necesidad de movilidad personal en los centros urbanos más poblados del país. Su carrocería era abierta, sin puertas ni techo, con capacidad para transportar solo dos pasajeros. Esta configuración le daba un cierto aire deportivo, acentuado por sus faros delanteros carenados y el pequeño parabrisas en plexiglás. Su forma ovoide con una sección que se iba reduciendo hacia la cola, en función de la menor trocha trasera de 35 centímetros, se conformaba con una superficie curva y fluida, la cual aportaba un aspecto aerodinámico. Las dimensiones daban cuenta de su uso citadino, con solo 2,59 metros de longitud, una distancia entre ejes de 1,67 metros y una trocha delantera de un metro.
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