Manera Special

Manera Special

Rafaela es, y esto lo reconocen todos los aficionados, uno de los grandes centros automovilísticos argentinos. Como hemos ido recordando en ediciones anteriores, una vez al año convergían a nuestra “Perla del Oeste” millares de entusiastas del deporte automotor para disfrutar de la clásica fiesta con la disputa de las 500 Milas Argentinas. Un frondoso historial, la presencia a lo largo de muchas décadas de los ases de esta manifestación en la tierra que Don Guillermo Lehmann abriera a la colonización en el centro mismo de la fértil llanura santafesina.

El concurso de voluntades que aunaron capacidad y visión para que Rafaela siga brillando en el escenario deportivo nacional fueron creando un panorama vasto y auspicioso. No puede extrañar entonces que hayan surgido en esta ciudad figuras del deporte automotor que dieran realce a tales manifestaciones, ni que el entusiasmo por las mismas tenga más de un motivo para expresarse, porque estamos en un centro activo, dinámico y de enorme capacidad realizadora.

Inmerso en este contexto, Don Luis Manera, acompañado por sus hijos, Luis Osvaldo y Esteban, y respaldado por un grupo de técnicos especializados en las distintas ramas de la mecánica automotriz, llevaron adelante la construcción del coche sport “Manera Special”.
Inspirado en un plano del auto Aston Martin publicado en una revista inglesa, comenzó en el año 1959 a materializar un viejo anhelo que inquietaba su espíritu auténticamente deportivo desde hacía bastante tiempo atrás. Aquí la historia de un sueño hecho realidad.

Don Luis Manera

Hablar de Don Luis Manera es referirse a un entusiasta, como hubo y hay por centenares en Rafaela, de las cosas que se realizan con los automotores.

Motociclista en su juventud, fue siempre un apasionado de los deportes mecánicos, pasión que fue transmitiendo a sus hijos. Precisamente, el entusiasmo de sus descendientes es lo que llevó a Don Luis a sorprender a todos con una muestra de su capacidad y su disposición progresista, al disponer la construcción de un coche deportivo sport, empresa que inició en el año 1959 y que inquietaba su espíritu auténticamente deportivo desde hacía bastante tiempo atrás. Es que en ese año la hegemonía de las fábricas italianas en las pruebas de certamen mundial de marcas fue quebrada por la irrupción vigorosa de los verde coches ingleses, con el triunfo de la Aston Martin. Se inspiró entonces en una unidad de esta marca, modelo DBR1, llevada a la preciada conquista tras imponerse en pruebas como las difíciles 24 Horas de Le Mans, los 1000 Kilómetros de Nürburgring y el Tourist Trophy.

Y compartiendo ideas y proyectos con sus hijos, inició la empresa que rematara exitosamente, tras casi 2 años de intensa labor, brindando a los asombrados ojos de sus coterráneos una unidad, copia fiel de la mencionada, excepto por el color que fue rojo en lugar del tradicional verde usado por los ingleses y lógicamente la ubicación del volante a la izquierda a cambio de la derecha inglesa.
Bajo la dirección de su hijo Luis Osvaldo, formaron un equipo de técnicos especializados en distintas ramas – todos de Rafaela, interesa destacar -, y ese trabajo cuidadosamente distribuido estuvo a cargo de: José Fanto (armado y adaptación del chasis); Mecánica Verán Ponce (preparación del motor Ford V8 modelo 1947); Sánchez Hnos. (construcción de la carrocería); Rogelio Vivas (trabajos de pintura); Luis Ludueña (tapicería); y Basaldúa y Sacripanti (cromado de los elementos de adorno).
Se iniciaron los trabajos, tomando como base un chasis Mercedes Benz 170, equipado con ruedas de masa tipo Rudge Witworth, que fue adquirido al ingeniero Eros Faraudello, quien a su vez lo había comprado y empezado a acondicionar con vistas a la preparación de un coche especial de competición.
Una tarea de artesanía sacrificada, que requería que cada uno de los integrantes del equipo pusiera de sí lo mejor, bajo la celosa dirección de Luis Osvaldo Manera.

El recuerdo de Luis Osvaldo Manera

“Mi viejo hacía mucho tiempo que quería tener un coche sport, pero en aquellas épocas era muy difícil de conseguir. Como se había hecho famoso el Aston Martin y a sus manos había llegado una revista inglesa con un dibujo del desglose del auto, decidió entonces comenzar a construir ese modelo basándose en aquel plano que tenía. Habló primero con el ingeniero Faraudello para que le consiguiera un chasis y se empezó a poner manos a la obra en el taller mecánico de Gentilini Hnos., uno de los talleres más grandes de la ciudad que estaba en la esquina de Belgrano y Constitución. Allí se armó el chasis con el diferencial y la suspensión delantera. Luego se le fue incorporando los frenos hidráulicos con campanas Bendix y las ruedas Rudge que mi padre había conseguido en Buenos Aires.
Después fue llevado al taller de Aloi de calle Lavalle al 500 donde se colocó un radiador especial construido por Pron Hnos. Tenía que ser de 30 cm de alto por 1 metro de largo porque el coche era muy bajito. La trompa era de 50 cm de altura con un despegue del piso de 15 cm. Se construyeron los elásticos y se terminó de armar la suspensión.

Finalizado este trabajo se lo llevó al taller de Sebastián Sánchez, ubicado en 27 de setiembre 365, para que construyera la carrocería. Primero fue haciendo todo el esqueleto del auto con alambre basándose en el plano que mi padre le había dado. Fuimos probando varias veces hasta que se adaptara bien al chasis y finalmente Sánchez, un verdadero artesano de la chapa, comenzó a armar la carrocería en chapa de aluminio e hierro.

La tarea siguiente fue colocar el motor Ford V8 que estaba siendo preparado en el taller de Verán Ponce, en calle Brasil, antes de llegar a Bv. Lehmann. Hasta entonces no sabíamos si el auto iba a andar bien, si se iba a tener o no en el andar. Lo probamos y funcionó casi perfecto, la única modificación que tuvimos que hacer fue sacar 2 de las 6 hojas de elástico que tenía.

Cuando lo vimos terminado, después de que se lo pintara de color rojo y que el tapicero Ludueña realizara un magnífico trabajo en cuero blanco y rojo, fue una enorme satisfacción no sólo para nosotros, los dueños, sino para todos los que aportaron su capacidad y entusiasmo para hacer realidad este sueño”, recuerda Luis Osvaldo Manera.

Gracias a las fotografías que pudimos recoger de una nota gráfica que la revista Rugir de Motores hiciera en épocas que fue presentado el coche, se puede apreciar desde varias vistas las estilizadas líneas del “Manera Special”, denominación que recibió el coche en honor a sus inspiradores.
Debemos decir que no se escatimaron recursos económicos, puesto que esto representó una importante y considerable inversión monetaria, algo así como medio millón de pesos de aquella época, lo que da idea de la magnitud de la empresa llevada a cabo por Don Luis Manera, empresa que despertó elogiosos comentarios por parte de los calificados técnicos afincados en la ciudad, alcanzando el aplauso no sólo al mencionado sino a todo el equipo que colaboró. Vayan estas humildes líneas como homenaje al entusiasmo y la capacidad que este grupo de artesanos puso al servicio de una realización, meritoria expresión de la nunca bien ponderada artesanía de los talleristas criollos.

Características técnicas del Manera Special

Chasis: largueros de Mercedes Benz 170.

Tren delantero: articulado de Studebaker modelo 1947. Elásticos dispuestos transversalmente; amortiguadores Fric-Rot. Dirección a sin fin.

Puente trasero: tipo De Dion, con diferencial de Ford modelo 1947.

Transmisión: caja de velocidades Ford modelo 1947, con 3 marchas hacia adelante y retroceso. Embrague hidráulico de Ford modelo 1953.

Frenos: hidráulicos con campanas Bendix.

Carrocería: biplaza construida parte en chapa de aluminio y parte en chapa de hierro. Las alturas son: en la trompa 50 cm; en el torpedo 94 cm y en la cola 50 cm. Despeggue: 15 cm. Tanque de combustible realizado en aluminio con capacidad de 75 l.

Rodado: delantero 6,00 x 16; trasero 7.60 x 16. Ruedas de alambre con masas tipo Rudge.
Motor: block de Ford V8 modelo 1947, dotado de culatas de cilindros especiales Edelbrock. Relación de compresión: 9 a 1. Cigüeñal, volante del motor y bielas de Ford V8 modelo 1947; pistones de aluminio marca Toledo; sistema de lubricación forzada; carter de 5 l de capacidad. La alimentación corre a cargo de un múltiple de admisión especial Feston equipado con dos carburadores Holley doble garganta de 32 mm. de diámetro. Encendido por medio de un distribuidor Ford y bujías Lodge.

En vacío, es decir sin conductor, combustible y lubricante, el peso del coche era de 1060 kg. Para la refrigeración ha sido dotado de un radiador especial construido por Pron Hnos., siendo su capacidad de 25 lts.
Con la adecuada preparación, la potencia del motor fue incrementada a 140 hp. El Manera Special ha sido probado en el kilómetro lanzado, estableciendo una velocidad promedio de 172 km/h.

Fuente: Revista El Satélite
Publicado originalmente en www.puntoclasico.com